Pues nada que mañana es la presentación del blog en clase... Os pondría un chiste o algo así para que os rieraís un rato, pero siempre me deciís, que son muy malos, o que no tienen gracia ( que lo unico que os hace reir es mi cara mientras los cuento ¬¬´) Así que paso... Solo deseo que ojalá podáis dormir muy bien esta noche con el examen que hay para mañana jaja. Descuidad, yo sí lo haré.
Te envidio mucho. Lo sé. Aún no te conozco de nada, pero seguro que si lo hiciera, en un momento u otro acabaría envidiando algo de ti. De eso puedes estar seguro, o segura si, además de mujer, eres sensible a tanta política sintáctica. Puedes estar convencido de eso, y de que te lo espetaría tal cual. Sin ninguna vergüenza, sin ningún tapujo. Te dedicaría mi mejor sonrisa y te diría a la cara pues eso, que te envidio, que te envidio mucho.Algunos ya están esperando a que lo matice añadiendo envidia sana. Pues que esperen sentaos. Porque no creo en la envidia insana. Lo que puede llegar a ser insano son los actos que uno emprenda tras sentir envidia. Ahí ya no me meto, porque ahí cada cual. O incluso, si me apuras, ser incapaz de reconocerla. Pero sentir envidia siempre está bien. Qué coño, muy bien.Confundimos términos. Nos pasa porque no llevamos el diccionario de la Real Academia instalado en el culo. Pero si lo llevásemos, sabríamos de un pedo que la envidia nada tiene que ver con la codicia, avaricia o ambición. Codicia, afán excesivo de riquezas. El exceso, siempre ese exceso que, como ya dijo el maestro, cuando no muere, mata, y excesos que matan, nunca mueren. Sí, eran amores, pero si para ti aún no son lo mismo, sigue buscando, hay miles de premios.Avaricia, afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. El desorden, puñetero desorden que sólo es bonito cuando resulta ser el de tu nombre, y lo escribe un tal Millás. Y luego está la ambición, deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama. Aquí ya nos concretan hasta cuatro objetivos, y de nuevo un grado ardiente que, incluso cuando lleva agua, es peleón. La envidia es diferente. Querer lo que tiene el otro, lo que siente el otro, lo que disfruta el otro, y hacerlo sin necesidad de quitárselo. Suele ser un yo también, antes que un tú ya no. Y aunque sea la tristeza o pesar del bien ajeno, aunque sea un por qué a mí no. Es, como todo deseo, un tipo de amor. Una necesidad de mejora. Un afán de ir a más, o simplemente a diferente. Y ya me dirás, qué hay de malo en querer algo distinto sólo porque se lo has visto al prójimo. Qué hay de sucio en soñar de prestado sólo por haber llegado después. No en vano ha supuesto uno de los más potentes motores de la historia, en las artes, en la política, en la ciencia, en el amor. Gracias a la envidia se han financiado expediciones, subvencionado telescopios y se han dedicado decenas de genios a su labor. Pero si la envidia es la madre biológica del adulterio, qué te voy a contar a ti.Hay que envidiarse más. Creo que aún nos envidiamos poco. Envidiar es sano, humano y puede generar externalidades muy positivas. Y hay que estar muy orgulloso de reconocerlo. Siempre desconfío del que dice no envidiar a nadie. O miente descaradamente o no conoce a suficiente gente. Si no envidia no es por salud mental, sino por incultura o –peor aún- desinformación.Pero si hay algo mejor que envidiar, es provocarla. Los jefes hacen que sus empleados envidien su condición, y en realidad lo hacen por su bien, para que se esfuercen por prosperar en la empresa. Los libres se la provocan a los que no lo son, o a los que pueden dejar de serlo, para que jamás pierdan tanta prerrogativa. Y así sucesivamente entre jodidos y jodientes, entre paridos y parientes, entre cualquier hombre… entre cualquier hombre y el cabronazo de George Clooney.
Un hombre se lía a puñetazos con un tiburón para salvar la vida a su perro
Jake, un rat terrier de unos siete kilos, se recupera en casa del susto que hace unos días le dio un tiburón en los Cayos de Florida, en cuyas fauces estuvo a punto de morir devorado, informa CNN. Su dueño, Greg LeNoir, se lo llevó a la playa para su paseo diario, y el animal no dudó en meterse en el mar. De repente, un tiburón de casi dos metros de largo apareció y prácticamente se metió al perro entero en la boca.
Al verlo, LeNoir se tiró corriendo al agua y nadó directo hacia el escualo. Tras golpearlo varias veces en el lomo, el tiburón dejó en paz al perro y se marchó. Pese a los nervios, dueño y mascota lograron llegar a la orilla, y aunque Jake sufrió varias mordeduras, sus heridas no son graves.
Llaman a la Policía por un "gato grande" y cuando llegan se encuentran con una leona
La Policía de Wyoming, EE UU, no dio demasiada importancia el lunes pasado al aviso de una vecina de que tenía un "gato grande" molestándole en su casa. Pero, cuando un oficial llegó al domicilio, lo que allí se encontró fue una leona de más de sesenta kilos de peso. No sonaba asustada La mujer había llamado al servicio de emergencias al ver a un "gato grande" merodeando por su porche. Al policía encargado de acudir a la casa le dijeron que se trataba de un gato. No sospecharon que fuera otra cosa porque la mujer no estaba asustada. La leona tuvo que ser dormida con un sedante inyectado y trasladada a un lugar más propio.